EL CODIGO DA VINCI O EL ENIGMA DE RENNES-LE-CHATEAU
<< UN SECRETO OCULTO DURANTE SIGLOS >>
EL CODIGO DA VINCI
- El Fenomeno de Dan Brown y el Codigo da Vinci (El libro se ha
concebido para llegar a ser pelicula). Tiene de positivo el abrir los ojos no
solo para revisar la historia sino para profundizar en el fenomeno de la vida
de Jesucristo. El libro provoca un cuestionamiento sobre
determinadas verdades admitidas lo que puede hacer mover los
pilares de la moral religiosa.
- Breve Sipnosis: ¿Qué misterio se oculta tras la sonrisa de Mona Lisa?
Durante siglos, la Iglesia ha conseguido mantener oculta la verdad… hasta
ahora. Antes de morir asesinado, Jacques Saunière, el último Gran Maestre
de una sociedad secreta que se remonta a la fundación de los Templarios,
transmite a su nieta Sofía una misteriosa clave. Saunière y sus
predecesores, entre ellos Isaac Newton o Leonardo Da Vinci, han
conservado durante siglos un conocimiento que puede cambiar la historia de
la humanidad. Ahora Sofía, con la ayuda del experto en simbología Robert
Langdon, comienza la búsqueda de ese secreto, en una trepidante carrera
que les lleva de una clave a otra, descifrando mensajes ocultos en los más
famosos cuadros del genial pintor y en las paredes de antiguas catedrales..
- Otros Libros más interesantes:
ü EL ORO DE RENNES de Gerard de Sede.
ü "The Holy blood and the Holy Grail" (La Santa sangre y el Santo
Grial) traducido al castellano como EL ENIGMA SAGRADO de
Michael Baigent, Richard Leigh and Henry Lincoln.
ü LA TUMBA DE DIOS, de Richard Andrews y Paul Schellenberger o
ü EL ULTIMO MEROVINGIO de Jim Hougan. Incluso muchas más
novelas que tratan acerca del Priorato de Sion.
ü Y sin olvidar a Carl Orlson como unos de los investigadores más
serios sobre las relaciones del cristianismo, el gnosticismo y el
paganismo y que tambien ha sido tenido en cuenta a la hora de la
formulación de las criticas hacia la obra de Brown.
¿Porqué de esas críticas?.
- Según el autor del Libro: "todas las descripciones de arte, arquitectura,
documentos y rituales secretos en esta novela son fidedignas".
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:: Lineas principales del Codigo da Vinci.
* Jesús no es Dios: ningún cristiano pensaba que Jesús es Dios
hasta que el emperador Constantino lo deificó en el Concilio de
Nicea del 325
Toda la base "histórica" de Brown descansa sobre una fecha: el concilio de
Nicea del año 325. Según sus tesis, antes de esta fecha, el cristianismo era
un movimiento muy abierto, que aceptaba "lo divino femenino", que no veía
a Jesús como Dios.
Si el cristianismo antes del 325 hubiese sido tal como lo describen los
personajes de Brown y muchos neognósticos actuales nunca habría
padecido persecución ya que habría encajado perfectamente con
tantas otras opciones paganas. El cristianismo fue siempre perseguido
por no aceptar las imposiciones religiosas del poder político y proclamar que
sólo Cristo es Dios, con el Padre y el Espíritu Santo.
El Concilio de Nicea fue convocado el 20 de mayo de 325 d.C. Los 230
líderes de la iglesia concurrieron para considerar una pregunta vital para la
iglesia: ¿Era Jesucristo igual a Dios el Padre o era Él otra cosa?.
Atanasio, un joven de solo veintitantos años, asistió al concilio para luchar
por la idea de que "si Cristo no fuera verdaderamente Dios, entonces no
podría otorgar vida a los arrepentidos y liberarlos del pecado y la muerte".
Él lideró a los que se oponían a las enseñanzas de Arrio, que sostenía que
Jesús no era de la misma sustancia que el Padre.
Arrio fue acusado de sostener el punto de vista de que Jesús no estaba
solo subordinado al Padre en función, sino que Él era de una sustancia
inferior en un sentido metafísico también. Esto fue ir demasiado lejos para
Atanasio y otros, que temían que toda terminología que degradara la plena
deidad de Cristo podría poner en tela de juicio su papel como Salvador y
Señor.
El Concilio reconoció que Cristo era Dios de Dios verdadero. Si bien el
Padre y el Hijo diferían en sus papeles, ellos, y el Espíritu Santo, eran
verdaderamente Dios. Más específicamente, Cristo es de una sustancia con
el Padre. La palabra griega homoousios se usó para describir esta igualdad.
El término era polémico, porque no aparece en la Biblia. Algunos preferían
una palabra diferente que transmitiera similitud más que igualdad. Pero
Atanasio y la casi unánime mayoría de los obispos sintieron que esto podría
resultar con el tiempo en la disminución de la igualdad de Cristo con el
Padre. También sostenían que Cristo fue engendrado, no hecho. Él no es
una cosa creada en la misma clase que el resto del cosmos. Concluyeron
por postular que Cristo se hizo humano para la humanidad y su salvación.
El concilio fue unánime en su condena de Arrio y sus enseñanzas. También
removió dos obispos libios que se rehusaron a aceptar el credo formulado
por el Concilio.
¿Impuso Constantino la doctrina de la trinidad a la iglesia?
Contestemos algunos de los argumentos usados en apoyo de esta creencia.
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· Primero, la doctrina de la Trinidad era una creencia sostenida
ampliamente antes del Concilio de Nicea. Es significativo que Jesús
usara un lenguaje trinitario en Mateo 28:19
· Segundo, el gobierno romano no apoyó consistentemente la teología
trinitaria o a su ardiente apologista, Atanasio. Constantino alternó en
su apoyo de Atanasio porque estaba más preocupado por mantener
la paz que por la teología misma. De hecho, emperadores posteriores
impusieron una visión arriana a la iglesia de una forma mucho más
directa que el apoyo de Constantino al punto de vista trinitario.
· Finalmente, los obispos que asistieron al Concilio de Nicea eran
demasiado independientes y estaban demasiado endurecidos por la
persecución y el martirio como para ceder tan fácilmente a una
doctrina con la que no estaban de acuerdo. Muchos de los obispos
fueron desterrados por emperadores que apoyaban el punto de vista
arriano, pero siguieron manteniendo sus convicciones. Además, el
Concilio de Constantinopla, en 381, reafirmó la posición trinitaria
luego de la muerte de Constantino. Si la iglesia hubiera sucumbido
temporalmente a la influencia de Constantino, podría haber
rechazado la doctrina en este Concilio posterior.
La naturaleza de la relación de Constantino con la fe cristiana es
compleja. Él creía que Dios debía ser apaciguado con la adoración correcta,
y alentó la idea entre los cristianos de que él "servía al Dios de ellos".
Parece ser que la participación de Constantino en la iglesia se centraba en
su esperanza de que ésta podría convertirse en una fuente de unidad para
el atribulado imperio. No estaba interesado tanto en los detalles más finos
de la doctrina como en finalizar una disputa causada por desacuerdos
religiosos. Escribió, en una carta: "Mi designio era, entonces, primeramente
traer los diversos juicios encontrados por todas las naciones con relación a
la Deidad a una condición, por así decirlo, de uniformidad acordada; y, en
segundo lugar, restaurar un tono saludable al sistema del mundo . . ." Esto
hizo que apoyara diversos lados en temas teológicos, dependiendo de cuál
lado podría ayudar a hacer que prevaleciera la paz. Constantino fue
finalmente bautizado poco antes de su muerte, pero su compromiso con la
fe cristiana es un tema de debate.
Para Constantino, el cristianismo vendría a ser la culminación del
proceso unificador que había estado obrando en el Imperio desde
hacía siglos. Había logrado que sólo hubiera un emperador, una ley y una
ciudadanía para todos los hombres libres. Sólo faltaba una religión única
para todo el Imperio. Para ello era preciso que hubiera igualmente una sola
Cristiandad, uniformada al máximo posible. De esta manera, las discusiones
doctrinales o disciplinarias de la Iglesia se convirtieron en problema de
Estado.
Lo que queda claro es que el papel activo de Constantino al intentar
resolver disputas eclesiásticas sería el comienzo de una nueva relación
entre el imperio y la iglesia.
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* La Iglesia Católica inventada por Constantino en el 325 persiguió
a los tolerantes y pacíficos adoradores de lo femenino, matando
millones de brujas en la Edad Media y el Renacimiento, destruyendo
todos los evangelios gnósticos que no les gustaban y dejando sólo
los cuatro evangelios que les convenían bien retocados.
Según los protagonistas de la novela, "durante trescientos años la Iglesia
quemó en la estaca la asombrosa cifra de cinco millones de mujeres". Esta
es una cifra repetida en la literatura neopagana, wicca, new age y feminista
radical, aunque en otras webs y textos de brujería actual se habla de 9
millones. Los neopaganos necesitan una "shoah" propia.
Cuando acudimos a historiadores serios se calcula que entre 1400 y
1800 se ejecutaron en Europa entre 30.000 y 80.000 personas por
brujería. No todas fueron quemadas. No todas eran mujeres. Y la mayoría
no murieron a manos de oficiales de la Iglesia, ni siquiera de católicos. La
mayoría de víctimas fue en Alemania, coincidiendo con las guerras
campesinas y protestantes del s. XVI y XVII. Cuando una región cambiaba
de denominación, abundaban las acusaciones de brujería y la histeria
colectiva. Los tribunales civiles, locales y municipales eran especialmente
entusiastas, sobre todo en las zonas calvinistas y luteranas. De todas
formas, la brujería ha sido perseguida y castigada con la muerte por
egipcios, griegos, romanos, vikingos, etc... El paganismo siempre mató
brujos y brujas. La idea del neopaganismo feminista de que la brujería era
una religión feminista precristiana no tiene base histórica.
* Otros errores del Codigo: Construcción de Catedrales, Leonardo y la
Virgen de las Rocas. Cuadro de la Ultima Cena y la Mona Lisa, las
Olimpiadas y los Aros Olimpicos, o las mismas cartas del Tarot.
Ø En la novela presentan la larga nave central y hueca de una catedral
como un tributo secreto al vientre femenino, con las nervaduras
como pliegues sexuales, etc. Está tomado del libro de pseudohistoria
“The Templar Revelation”, donde se afirma que los templarios
crearon las catedrales. Por supuesto es falso: las catedrales las
encargaron los obispos y sus canónigos, no los templarios. El
modelo de las catedrales era la iglesia del Santo Sepulcro o
bien las antiguas basílicas romanas, edificios rectangulares de
uso civil.
Ø Quien se acerque al cuadro de la Ultima Cena evidentemente
observa que el discipulo amado tiene cara de mujer, pero ese era un
estilo peculiar de Da Vinci. En la novela presentan a Leonardo como
un homosexual ostentoso. En realidad, aunque en su juventud fue
acusado de sodomía, su orientación sexual no está del todo clara. En
La Última Cena de Leonardo, no aparece el cáliz y aparece el joven
y guapo San Juan, el discípulo amado. La novela dice que el joven
guapo en realidad es María Magdalena, que ella es el Grial. La verdad
es que no sale el cáliz porque el cuadro está describiendo la Última
Cena tal como sale en el Evangelio de San Juan, sin institución de la
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Eucaristía, más concretamente cuando Jesús avisa "uno de vosotros
me traicionará" (Juan 13,21). Por otro lado la Mona Lisa no
representa un ser andrógino, sino a Madonna Lisa, esposa de
Francesco di Bartolomeo del Giocondo. Mona Lisa no es un anagrama
de los dioses egipcios Amón e Isa (Isis). En relacion con la Virgen
de las Rocas, la heroína, Sophie Neveu, usa el cuadro de Leonardo
como un escudo y lo aprieta tanto a su cuerpo que se dobla: es
asombroso, porque se trata de una pintura sobre madera, no sobre
lienzo, y de casi dos metros de alto.
Ø El novelista dice que los cinco anillos de las olimpiadas son un
símbolo secreto de la diosa; la realidad es que cuando se diseñaron
las primeras olimpiadas modernas el plan era empezar con uno e ir
añadiendo un anillo en cada edición, pero se quedaron en cinco.
Ø Otro de los errores que comete es en relación con el Opus Dei (en
materia de monjes) pudiendo haberse documentado con una simple
enciclopedia; al igual que sucede con otros temas como es meter en
el mismo saco los evagelios apocrifos y los manuscritos del
Qumram. Jesús -según los gnósticos del s. II y los newagers
feministas del s. XX- necesita un opuesto femenino que le complete;
su consorte sería María Magdalena. Y unos documentos que lo
avalen: los evangelios apócrifos, textos gnósticos imaginativos sin
base histórica según los seguidores de la ortodoxia.
Ø El domingo es un "invento" cristiano, que posteriormente adoptó la
sociedad civil, y no una fiesta pagana robada por cristianos, justo lo
contrario de lo que dice la novela de Brown. Desde el principio, los
cristianos vieron el día después del sabbath, es decir, el día primero
de cada semana, como el más importante, día de su reunión. Ya lo
hacían en época de San Pablo.
Ø Las cartas del tarot no enseñan doctrina de la diosa; se
inventaron para juegos de azar en el s.XV y no adquirieron
asociaciones esotéricas hasta finales del s.XVIII. (La idea de que los
diamantes de la baraja francesa representan pentáculos es un
invento del ocultista británico A. E. Waite. ¿Qué dirán los esotéricos
de la baraja española con sus copas -símbolos sexuales femeninos- y
sus espadas -símbolos fálicos, quizá como los garrotes).
* Maria Magdalena se va a Marsella una vez que Brown la declara
esposa de Jesus, siguiendo los pasos del Enigma Sagrado, donde
tiene la descendencia de Jesús. Sobre este punto volveremos más
adelante con amplitud.
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RENNES LE CHATEAU
:: Introducción
El enigma de Rennes-le-Château se inicia en la época romana. Después de
que los soldados del emperador Tito saqueasen y destruyesen el Templo de
Jerusalén en el año 70 de nuestra era, el botín – el tesoro del Templo de
Salomón - fue trasladado a Roma, donde permaneció durante más de tres
siglos, hasta que el Imperio empezó a derrumbarse. En el año 410 los
visigodos, acaudillados por Alarico, saquearon Roma, llevándose "El Tesoro
del Templo". Dos años después desembarcaron en las costas meridionales de
las Galias. La región de Rennes-le-Château les agradó, estableciéndose y
fundando un reino permanente que no tardaría en saltar los Pirineos y
extenderse por el norte de España. No sabemos si es cierto que el tesoro "El
Arca de la alianza y las Tablas de la Ley de Moisés" llegó o no a las Galias,
pero nunca más se supo de él. Y no se descarta que pudiera hallarse oculto en
los alrededores de Rennes-le-Château.
:: La Historia de Sauniere
En 1891, alentado por su amigo Boudet, Sauniére inició una modesta
restauración, para la cual tomó en préstamo una pequeña suma de los
fondos del pueblo. En el transcurso de las obras quitó la piedra del altar,
que reposaba sobre dos arcaicas columnas visigóticas. Resultó que una de
estas columnas era hueca. En su interior el cura encontró cuatro
pergaminos que se conservaban dentro de tubos de madera lacrados. Se
dice que dos de los pergaminos eran genealogías, datando una de 1244 y la
otra de 1644. Al parecer, los otros dos documentos los había redactado en
el decenio de 1780 uno de los predecesores de Sauniére, el abate Antoine
Bigou. Éste había sido también capellán personal de la noble familia
Blanchefort, que, en vísperas de la revolución francesa seguía contándose
entre los terratenientes más importantes de la región.
Los dos pergaminos que databan de la época de Bigou parecían ser textos
piadosos en latín, extractos del Nuevo Testamento. Al menos a primera
vista. Pero en uno de los pergaminos las palabras se juntan unas con otras
de forma incoherente, sin espacio entre ellas, y se ha insertado cierto
número de letras absolutamente superfluas (PASTORA, NINGUNA
TENTACIÓN. QUE POUSSIN, TENIERS, TIENEN LA CLAVE; PAZ 681.
POR LA CRUZ Y ESTE CABALLO DE DIOS, COMPLETÓ —O DESTRUYÓ
ESTE DEMONIO DEL GUARDIÁN AL MEDIODÍA. MANZANAS AZULES).
Y en el segundo pergamino las líneas aparecen truncadas de modo
indiscriminado —desigualmente, a veces en la mitad de una palabra—,
mientras que ciertas letras se alzan conspicuamente sobre las demás (A
DAGOBERTO II, REY, Y A SION PERTENECE ESTE TESORO Y ÉL ESTÁ
ALLÍ MUERTO). En realidad estos pergaminos comprenden una secuencia
de ingeniosas cifras o códigos. Algunas de ellas son fantásticamente
complejas e imprevisibles, indescifrables incluso con un ordenador, si no se
posee la clave necesaria.
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Aunque este mensaje concreto debió de resultar claro para Sauniére, es
dudoso que fuera capaz de descifrar los códigos más intrincados. Sin
embargo, se dio cuenta de que había tropezado con algo importante y, con
la autorización del alcalde del pueblo, presentó su descubrimiento a su
superior, el obispo de Carcasona. No está claro hasta qué punto entendió el
obispo lo que Sauniére le presentaba, pero lo envió inmediatamente a París
—el obispo corrió con los gastos— tras darle instrucciones para que se
presentase con los pergaminos a ciertas autoridades eclesiásticas
importantes.
Tras presentarse a Bieil y Hoffet, Sauniére pasó tres semanas en París. No
sabemos qué ocurrió durante sus entrevistas con los eclesiásticos. Lo que sí
sabemos es que aquel cura provinciano fue muy bien acogido por el
distinguido círculo de Hoffet. Incluso se ha dicho que llegó a ser amante de
Emma Calvé. Los chismosos de la época hablaban de una aventura entre los
dos, y un conocido de la cantante dijo que a ésta le «obsesionaba» el cura.
En todo caso, no cabe la menor duda de que disfrutaron de una amistad
íntima y duradera. En los años siguientes ella le visitó con frecuencia en los
alrededores de Rennes-le-Cháteau, donde hasta hace poco aún cabía ver en
las rocas de la ladera unos corazones grabados con las iniciales de ambos.
Durante su estancia en París, Sauniére también pasó algún tiempo en el
Louvre. Es posible que esto tuviera que ver con las tres reproducciones de
cuadros que había comprado antes de ir a París. Al parecer, uno de ellos era
un retrato, obra de un pintor no identificado, del papa Celestino V, cuyo
breve pontificado tuvo lugar en las postrimerías del siglo XIII. Otro era una
obra de David Teniers, aunque no está claro si se trataba de David Teniers
padre o hijo. El tercero fue quizás el cuadro más famoso de Nicolás Poussin:
Les bergers d’Arcadie (Los pastores de la Arcadia).
Al volver a Rennes-le-Cháteau, Sauniére reanudó la restauración de la
iglesia del pueblo. Durante las obras exhumó una losa curiosamente labrada
que databa del siglo VII o el VIII y debajo de la cual había tal vez una
cripta, una cámara mortuoria donde, según se decía, se habían encontrado
esqueletos. Sauniére también se embarcó en proyectos de índole más
singular. En el camposanto de la iglesia, por ejemplo, estaba el sepulcro de
Marie, marquesa de Hautpoul de Blanchefort. La lápida y la losa que
señalaban su tumba las había diseñado e instalado el abate Antoine Bigou,
el predecesor de Sauniére un siglo antes y, al parecer, redactor de dos de
los pergaminos misteriosos. Y la inscripción de la lápida —que incluía varios
errores premeditados de espaciado y ortografía— era un anagrama perfecto
del mensaje oculto en los pergaminos referentes a Poussin y Teniers. Si se
cambia el orden de las letras, éstas forman la inscripción críptica que hemos
citado antes y que alude a Poussin y a Teniers; y los errores parecen
cometidos expresamente para que así sea.
Tanto el cuadro de Poussin como la lapida de la Marquesa contenian una
enigmática frase ET IN ARCADIA EGO; se trata de la frase que
supuestamente expresó la Muerte y que significa "Y yo en la Arcadia". La
Arcadia es una tierra paradisíaca localizada en Grecia, donde se situaban las
andanzas de dioses y ninfas entre riachuelos, vegetación exuberante y
completa armonía del hombre y la naturaleza. Los pastores de la Arcadia
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son el prototipo de habitante feliz, modelo para el resto de la Humanidad.
Sin embargo, en uno de sus paseos, los pastores encuentran una calavera,
que viene a recordarles que incluso en el lugar más feliz y perfecto de la
tierra, la muerte está presente y dispuesta a cada momento. La frase es
curiosa porque carece de verbo, pero sin embargo debió ser de gran
importancia para Bigou o incluso para la marquesa de Blanchefort. A la vista
de los pergaminos, tan dados a dobles sentidos y juegos de palabras, no es
desechable que la inscripción no sea simplemente una frase alegórica. ¿Es
posible que también sea un criptograma? Curiosamente, alterando el
sentido de las letras se puede formar una expresión coherente: "I tego
arcana dei" es decir, "Yo oculto los secretos de Dios". O también: "Arcam
dei tango", que se traduce como: "Estoy tocando la tumba de Dios".
Sauniére, que no sabía que las inscripciones en la tumba de la marquesa ya
habían sido copiadas, arrancó la lápida. Y esta profanación no fue la única
cosa curiosa que hizo. Acompañado de su fiel gobernanta, empezó a hacer
largos viajes a pie por el campo, recogiendo rocas sin valor ni interés
aparente. También comenzó una voluminosa correspondencia con personas,
cuya identidad desconocemos, de toda Francia, además de Alemania, Suiza,
Italia, Austria y España. Le dio por coleccionar montones de sellos de
correos sin el menor valor. E inició ciertas transacciones misteriosas con
varios bancos. Uno de éstos envió incluso un representante de París a
Rennes-le-Cháteau con el único propósito de atender a los asuntos de
Sauniére.
Sólo en sellos de correos Sauniére ya estaba gastando una suma nada
despreciable, superior a lo que le permitían sus anteriores ingresos anuales.
Luego, comenzó a gastar en serio, a una escala asombrosa y sin
precedentes. Cuando murió, en 1917, sus gastos equivaldrían por lo menos
a varios millones de libras.
Parte de esta riqueza no explicada fue destinada a loables obras públicas:
hizo construir una carretera moderna hasta el pueblo, por ejemplo, así
como instalaciones para el agua corriente. Otros gastos fueron más
quijotescos. Construyó una torre, la Tour Magdala, que dominaba la
escarpada ladera de la montaña. También hizo edificar una opulenta casa
de campo, llamada Villa Bethania, que el propio Sauniére nunca ocupó. Y la
iglesia no sólo fue decorada de nuevo, sino que lo fue de un modo harto
estrafalario. En el dintel de la entrada hizo grabar esta inscripción en latín:
TERRIBILIS EST LOCUS ISTE (ESTE LUGAR ES TERRIBLE)
En el interior, a poca distancia de la entrada, colocó una estatua horrible,
una llamativa representación del demonio Asmodeo, custodio de secretos,
guardián de tesoros ocultos y, según la antigua leyenda judaica, constructor
del templo de Salomón. En las paredes de la iglesia instaló unas lápidas
horripilantes, llamativamente pintadas, representando las Estaciones de la
Cruz. Cada una de ellas se caracterizaba por alguna extraña incongruencia,
algún detalle inexplicable, alguna desviación flagrante o sutil de la crónica
de las Escrituras. En una de las estaciones, por ejemplo, aparece un niño
envuelto en una manta escocesa. En la Estación XIV, que representa el
momento en que el cuerpo de Jesús es introducido en el sepulcro, el fondo
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es un oscuro cielo nocturno, dominado por una luna llena. Diríase que
Sauniére trataba de dar a entender algo. Pero ¿qué? ¿Que el entierro de
Jesús tuvo lugar cuando ya era de noche, varias horas después de lo que
nos dice la Biblia? ¿O que el cuerpo es sacado del sepulcro en lugar de
introducirlo en él?
Mientras se dedicaba a esta curiosa labor decorativa, Sauniére continuó
gastando a manos llenas. Coleccionaba porcelanas raras, telas preciosas,
mármoles antiguos. Creó un invernadero para naranjos y un jardín
zoológico. Reunió una biblioteca magnífica. Según se dice, poco antes de
morir proyectaba erigir una enorme torre, parecida a la de Babel y llena de
libros, desde la cual se proponía predicar. Tampoco se olvidó de sus
feligreses. Sauniére les obsequiaba con banquetes suntuosos y otras
muestras de largueza, manteniendo el estilo de vida de un potentado
medieval que presidiera un dominio inexpugnable en la montaña. En su
remoto y casi inaccesible nido de águilas recibió a varios huéspedes
notables. Uno de ellos, huelga decirlo, fue Emma Calvé. Otro fue el
secretario de Estado francés para la cultura. Pero quizá la más augusta e
importante visita que recibió el desconocido sacerdote rural fue la del
archiduque Johann von Habsburg, primo de Francisco José, Emperador de
Austria. Más adelante, los estados de cuentas bancarias revelaron que
Sauniére y el archiduque habían abierto cuentas consecutivas en el mismo
día y que el archiduque había cedido una suma sustanciosa al sacerdote.
Al principio las autoridades eclesiásticas hicieron la vista gorda. Sin
embargo, al morir el antiguo superior de Sauniere en Carcasona, el nuevo
obispo intentó pedirle cuentas al sacerdote. Sauniere contestó en un
sorprendente tono de desafío y descaro. Rehusó dar explicaciones sobre su
riqueza. Se negó a aceptar el traslado ordenado por el obispo. Éste, a falta
de algo más grave, le acusó de simonía —es decir, de vender misas
ilícitamente—, y un tribunal local le suspendió de sus funciones. Sauniere
apeló al Vaticano, que le exoneró y reintegró a su puesto.
El 17 de enero de 1917 Sauniére, que a la sazón tenía sesenta y cinco
años, sufrió una apoplejía súbita. Puede que esta fecha, el 17 de enero,
sea sospechosa. La misma fecha aparece en la lápida sepulcral de la
marquesa de Hautpoul de Blanchefort, la lápida que Sauniére había
arrancado. Y el 17 de enero es también el día de san Sulpicio, santo que,
como luego constataríamos, iba a figurar del principio al fin en nuestro
relato. Fue en el seminario de Saint Sulpice donde Sauniére confío sus
pergaminos al abad Bieil y a Émile Hoffet. Pero lo que hace más sospechosa
la apoplejía de Sauniére el 17 de enero es el hecho de que cinco días antes,
el 12 de enero, sus feligreses declarasen que, para un hombre de su edad,
parecía gozar de una salud envidiable. Pese a ello, el 12 de enero, según un
recibo que obra en nuestro poder, Marie Denarnaud había encargado un
ataúd para su amo.
Cuando Sauniére yacía en su lecho de muerte se avisó a un sacerdote de
una parroquia vecina para que escuchase su última confesión y le
administrase la extremaunción. El sacerdote llegó en su momento y entró
en la habitación del enfermo. Según un testigo presencial, salió al cabo de
pocos instantes, visiblemente turbado. Tal como se dice en una crónica,
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«nunca volvió a sonreír». En otra se dice que cayó en una aguda depresión
que le duró varios meses. Tanto si estas crónicas exageran como si no, el
sacerdote, basándose seguramente en la confesión de Sauniére, se negó a
administrarle la extremaunción.
El día 22 de enero Sauniére murió sin confesar. Al día siguiente su cadáver
fue instalado en un sillón en la terraza de la Tour Magdala, enfundado en
una vistosa sotana adornada con borlas color escarlata. Una a una fueron
desfilando ante el cuerpo ciertas personas no identificadas, muchas de las
cuales, a guisa de recuerdo, arrancaban borlas de la vestidura del muerto.
Jamás se ha dado explicación alguna de esta ceremonia. (Los actuales
habitantes de Rennes-le-Cháteau se sienten tan desconcertados al respecto
como pueda sentirse cualquier otra persona).
La lectura del testamento de Sauniére fue esperada con gran
expectación. Sin embargo, ante la sorpresa y el disgusto de todos, el
testamento decía que Sauniére estaba absolutamente sin blanca. Al
parecer, en algún momento anterior a su muerte había transferido la
totalidad de su riqueza a Mane Denarnaud, que durante treinta y dos años
había compartido su vida y sus secretos. O quizá la mayor parte de dicha
riqueza había estado a nombre de Mane desde el mismo principio.
Después de la muerte de su amo, Marie siguió viviendo cómodamente en la
Villa Bethania hasta 1946. No obstante, al terminar la segunda guerra
mundial, el gobierno francés puso en circulación una nueva moneda. Con el
objeto de atrapar a los evasores de impuestos, a los colaboracionistas y a
los que habían sacado provecho de la guerra, los ciudadanos franceses, al
cambiar francos viejos por francos nuevos, estaban obligados a explicar la
procedencia de su dinero. Ante la perspectiva de tener que dar
explicaciones, Marie eligió la pobreza. Fue vista en el jardín de la villa
quemando inmensos fajos de billetes de francos viejos. Durante los siete
años siguientes Mane vivió austeramente del dinero que obtuvo por la venta
de Villa Bethania. Prometió al comprador, el señor Noel Corbu, que antes de
morir le confiaría un «secreto» que le haría no sólo rico, sino también
«poderoso». Sin embargo, el día 29 de enero de 1953 Marie, como antes le
ocurriera a su amo, sufrió una apoplejía súbita e inesperada, a resultas de
la cual quedó postrada en su lecho de muerte, incapaz de articular palabra.
Murió poco después, llevándose sus secretos consigo, y causando una gran
decepción al señor Corbu. Hasta aquí la Historia que podriamos considerar
oficial, pero hay:
>> Otra interpretacion de los sucesos de Rennes y el cura Sauniere
Según una de estas crónicas puestas al día, Sauniére no descubrió por
casualidad los trascendentales pergaminos en su iglesia. Por el
contrario, se dice que dio con ellos porque emisarios de la Prieuré de Sion le
informaron de su paradero. Estos emisarios visitaron a Sauniére en Rennesle-
Cháteau y le reclutaron en calidad de factótum. Al parecer, hacia finales
de 1916 Sauniére se peleó con dichos emisarios. Si esto es cierto, la muerte
del cura en enero de 1917 cobra un tono más siniestro del que
generalmente se le atribuye. Diez días antes de su muerte Sauniére gozaba
de buena salud. A pesar de ello, diez días antes de su muerte alguien
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encargó un ataúd en su nombre. El recibo del ataúd, fechado el 12 de enero
de 1917, está extendido a nombre de Marie Denarnaud, confidente y
gobernanta de Sauniére.
Una publicación Prieuré más reciente y, al parecer, más autorizada
amplía la historia de Sauniére y diríase que confirma, al menos en parte,
la crónica que hemos resumido más arriba. Según dicha publicación,
Sauniére no era más que un peón y su papel en el misterio de
Rennes-le-Cháteau ha sido muy exagerado. La verdadera fuerza que
había detrás de los acontecimientos del pueblo de montaña era,
según se dice, el abate Henri Boudet, amigo de Sauniére y cura del
cercano pueblo de Rennes-les-Bains.
Se dice que Boudet proporcionó a Sauniére todo su dinero, un total de trece
millones de francos entre 1887 y 1915. Y también se dice que Boudet guió a
Sauniére en sus diversos proyectos: las obras públicas, la construcción de la
Villa Bethania y de la Tour Magdala. Asimismo, Boudet supervisó la
restauración de la iglesia de Rennes-le-Cháteau y diseñó las
desconcertantes estaciones de la cruz de Sauniére como una especie de
versión ilustrada o equivalente visual de un libro críptico suyo.
Según esta reciente publicación Prieuré, en esencia Sauniére ignoró siempre
el verdadero secreto que él mismo custodiaba: hasta que Boudet, a punto
ya de morir, se lo confió en marzo de 1915. Según la misma publicación,
Marie Denarnaud, la gobernanta de Sauniére, era en realidad agente de
Boudet. Se supone que fue a través de ella que Boudet transmitía
instrucciones a Sauniére. Y todo el dinero se lo pagaba a ella. O, mejor
dicho, la mayor parte del dinero. Pues se dice que entre 1885 y 1901
Boudet pagó 7.655.250 francos al obispo de Carcasona, es decir, el hombre
que envió a Sauniére a París con los pergaminos y que corrió con todos los
gastos del viaje y de la estancia. Da la impresión de que también el obispo
trabajaba esencialmente para Boudet. No hay duda de que la situación
resulta incongruente: un importante obispo regional es el sirviente pagado
de un humilde cura de una parroquia remota. ¿Y el párroco? ¿Para quién
trabajaba Boudet? ¿A qué intereses representaba? ¿Qué le daría el poder
necesario para contratar los servicios y el silencio de su superior
eclesiástico? ¿Y quién le proporcionaría aquellos inmensos recursos
económicos que él gastaba con tanta prodigalidad? Estas preguntas no
hallan una respuesta explícita. Pero la contestación está implícita de manera
constante: la Prieuré de Sion.
:: EL PRIORATO DE SION:
· El Histórico: se supone que se crea en el 1090 por Godofredo de
Guillon a raiz de la Primera Cruzada y que da lugar posteriormente a
determinadas ordenes entre las que cabe destacar la de los
Templarios (fines no del todo claros: encontrar el Grial o el Arca de la
Alianza).
12
· El Moderno: a raiz del descubrimiento de unos documentos en 1956
(que se creen una falsificación muy bien hurdida) en la Biblioteca
Nacional de París. De este Priorato surge toda la polémica con una
serie de grandes maestres que han mantenido vivo el secreto del
Priorato que no es otro que el de la descendencia de Cristo o el Sangreal
que daria su fruto en un ultimo heredero que seria no solo el Rey
de Francia sino en Rey del Mundo, lo que nos entrocaría con este
ultimo y no menos apasionante misterio y mito: el del Rey del
Mundo. Precisamente en uno de los pergaminos hallados por
Sauniére el texto aparece salpicado de un puñado de letras pequeñas
—ocho para ser exactos— que son deliberadamente distintas de
todas las demás. Tres de ellas están hacia la parte superior de la
página, cinco hacia la parte inferior. Basta leer estas ocho letras por
orden para ver que forman dos palabras: «REX MUNDI». No cabe la
menor duda de que se trata de un término cátaro que cualquier
persona familiarizada con el pensamiento de esta secta reconocerá
inmediatamente.
La “Ordre de Sión” fue fundada por Godofredo de Bouillón en 1090, nueve años
antes de la conquista de Jerusalén. Su hermano menor, Balduino I, primer rey
de la Jerusalén conquistada, debió su trono a dicha orden. Según tales
escritos, la sede oficial o cuartel general de la orden, se hallaba en el monte
Sión, colina situada al sur de Jerusalén, a las afueras, en una abadía llamada”
“Notre Dame du Mont de Sion”. Ésta parece ser que había sido edificada sobre
las ruinas de una antigua basílica bizantina del siglo IV. La abadía se construyó
por orden expresa de Godofredo. Éste mandó también edificar la iglesia del
Santo Sepulcro, que fue ocupada por la orden del mismo nombre.
Desde 1956 la Prieuré de Sion ha puesto cierta información a disposición del
público, y lo ha hecho de manera discreta, tentadora, poco a poco, en
cantidades medidas y suficientes para despertar interés pero de manera tan
sumamente misteriosa que no se descarta que sean un inmenso fraude
perfecta y maquiavelicamente hurdido. Pero volvamos con el Tesoro
encontrado por Sauniere
:: ¿Que descubre Sauniere?
· 1ª Hipotesis: Un Tesoro, ya de los Templarios, ya de los
merovingios, etc. Lo que no explicaria gran parte de la misteriosa
historia salvo que tambien descubiriera junto con este tesoro un
secreto histórico.
· 2ª Hipotesis: Un secreto de tal entidad que las riquezas amasadas
no eran sino el pago del silencio del cura Sauniere.
En 1967, la publicación de “L´Or de Rennes”, por Gérard de Sède,
reveló que la naturaleza del tesoro hallado por el cura, no fue
13
monetaria, sino “espiritual” y que los manuscritos tenían un valor
intrínseco.
Parece ser que el pergamino número uno, representaba el mapa de un
“tesoro”, por medio de elementos geométricos. El número dos, parece que
solo contenía un amasijo de letras sin sentido, excepto el nombre de Jesús
al comienzo de la primera línea.
Se llega a decir en este orden de cosas que los documentos que
Bérenger Sauniére encontró en Rennes-le-Cháteau contenían
«pruebas irrefutables» de que Jesús vivía en 45 d. de C, pero no hay
ninguna indicación de dónde vivía. Una posibilidad sería Egipto y en
concreto Alejandría, donde, más o menos por aquel entonces, según se
dice, el sabio Ormus creó la Rose-Croix amalgamando el cristianismo con
misterios más antiguos y precristianos. Incluso se ha insinuado que el
cuerpo momificado de Jesús puede estar escondido en alguna parte
de los alrededores de Rennes-le-Cháteau, lo cual explicaría el
mensaje cifrado que aparece en los pergaminos de Sauniére: «IL
EST LA MORT» («Él está allí muerto»).
Los investigadores británicos Richard Andrews y Paul Schellenberger,
que han realizado estudios exhaustivos sobre el tema, ya conocían la
leyenda de que Jesús estaba enterrado en Rennes-le-Château o sus
alrededores, aunque eran escépticos sobre el caso. Entre otras cosas
estudiaron el cuadro “Les Berges d´Arcadie II”, que se halla en el Louvre de
París, solicitando una reproducción. También examinaron detalladamente el
cuadro “San Antonio y San Pablo” de David Teniers el Joven que hallaron en
el museo Ashmolean de Oxford, una copia del cual había adquirido el cura
Saunière.
De ambos cuadros realizaron estudios geométricos de su contenido. Con el
mismo método estudiaron otro cuadro, “La coronación de Celestino V”, que
había sido citado en la mencionada obra de de Sède. Asimismo analizaron
ilustraciones del libro “La fontaine de la fortune”, de René d´Anjou (de
1457).
Con todos los datos hallados, aplicados al mapa, llegaron a la
conclusión de que el tesoro se hallaba en el monte Cardou (a unos 5
Kms. del pueblo), en una ladera del mismo. (Los investigadores citados
visitaron dicho lugar, que les pareció idóneo como escondrijo de un tesoro).
14
UN SECRETO OCULTO DURANTE SIGLOS
:: EL GRIAL Y LA MAGDALENA
Se supone que el Santo Grial tiene alguna relación con Jesús. Según
algunas tradiciones, fue la copa de la que bebieron Jesús y sus discípulos en
la Última Cena. Otras dicen que fue la copa que José de Arimatea utilizó
para recoger la sangre de Jesús crucificado. Y hay otras tradiciones que
aseguran que el Grial fue ambas cosas. Para otros autores el grial es varias
cosas a la vez y así parece deducirse de los antiguos cantos épicos que
aluden o giran en torno al misterio del Grial aunque tampoco se podría
descartar que fuera algo que podría interpretarse a varios niveles
diferentes.
A nivel mundano, bien podría ser un objeto de alguna clase: una copa, una
escudilla o un cáliz, por ejemplo. También podría ser, en sentido metafórico,
un linaje o quizá ciertos individuos que forman dicho linaje. Y es muy obvio
que el Grial también podría ser una experiencia de algún tipo, muy
probablemente una iluminación gnóstica como la que ensalzaban los cataros
y otras sectas dualistas.
En muchos de los manuscritos más antiguos sobre el Grial, a éste se le
llama el «Sangraal»; e incluso en la versión posterior de Malory se le
denomina el «Sangreal». Es probable que una de estas formas —
«Sangraal» o «Sangreal»— fuera, de hecho, la original. También es
probable que una palabra fuera más adelante rota por el lugar indebido.
Dicho de otro modo, puede que en un principio no existiera el propósito de
que la palabra «Sangraal» o «Sangreal» se dividiera en «San Graal» o «San
Greal», sino en «Sang Raal» o «Sang Real». O, para utilizar la grafía
moderna, «Sang Royal», es decir, sangre real.
Quizá la Magdalena —esa mujer elusiva que sale en los Evangelios— era en
realidad la esposa de Jesús. Quizá su unión produjo vastagos. Después de
la crucifixión tal vez la Magdalena, con un niño como mínimo, fue llevada
clandestinamente a la Galia, donde ya existían comunidades judías y donde,
por consiguiente, encontró refugio. Resumiendo, quizás había una estirpe
hereditaria que descendía directamente de Jesús. Quizás esta estirpe, esta
sang real suprema, se perpetuó luego, intacta y de incógnito, durante unos
cuatrocientos años, lo cual, bien mirado, no es mucho tiempo para un linaje
importante. Tal vez hubo matrimonios dinásticos, no sólo con miembros de
otras familias judías, sino también con romanos y visigodos. Y quizás en el
siglo V el linaje de Jesús se alió con el linaje real de los francos,
engendrando así la dinastía merovingia.
Si esta hipótesis esquemática era cierta en algún sentido, serviría
para explicar muchísimos elementos. Explicaría:
v La categoría extraordinaria concedida a la Magdalena y el significado
de culto que adquirió durante las cruzadas.
v Explicaría la condición sagrada atribuida a los merovingios.
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v Explicaría el nacimiento legendario de Meroveo, hijo de dos padres,
uno de ellos una simbólica criatura marina procedente de allende el
mar, una criatura marina que, al igual que Jesús, podía equipararse
al pez místico.
v Explicaría el pacto entre la Iglesia de Roma y la estirpe de Clodoveo,
pues, ¿acaso un pacto con los descendientes por línea directa de
Jesús no sería un pacto obvio para una Iglesia fundada en su
nombre?
v Explicaría la importancia, en apariencia desmesurada, que se
concedía al asesinato de Dagoberto II, pues la Iglesia, siendo parte
interesada en tal asesinato, sería culpable, no sólo de regicidio, sino
también, de acuerdo con sus propios principios, de una forma de
deicidio.
v Explicaría el intento de borrar a Dagoberto de la historia.
v Explicaría la obsesión de los carolingios por legitimarse a sí mismos,
como Sacros Emperadores Romanos, basándose en una genealogía
merovingia.
:: EL MATRIMONIO DE JESUS
¿Fue Posible el Matrimonio de Jesús?
Es sumamente improbable, a juicio de bastantes investigadores, que Jesús no
se casara mucho antes del inicio de su ministerio público. Si hubiera insistido
en su celibato, habría armado gran revuelo, una reacción que hubiese dejado
algún rastro. Así pues, el hecho de que en los evangelios no se hable del
matrimonio de Jesús es un buen argumento, no contra la hipótesis de tal
matrimonio, sino a favor de ella, toda vez que, en el contexto judío de la
época, la práctica o la defensa del celibato voluntario habría sido tan insólita
que hubiese llamado la atención y atraído muchos comentarios.
La hipótesis del matrimonio resulta aún más sostenible si se tiene en cuenta
que en los evangelios con frecuencia se aplica a Jesús el título de «rabí».
Desde luego, es posible que el citado término se utilice en su sentido más
amplio, es decir, cuando significa sencillamente «maestro que se ha
nombrado a sí mismo». Pero la cultura de Jesús —su alarde de
conocimientos ante los ancianos del templo, por ejemplo— es un buen
indicio de que era algo más que un maestro que se hubiera nombrado a sí
mismo. Induce a pensar que se sometió a algún tipo de preparación rabínica
oficial y que era reconocido oficialmente como rabí. Esto se ajustaría a la
tradición, que presenta a Jesús como rabí en el sentido estricto de la palabra.
Pero, si Jesús era un rabí en tal sentido estricto, su matrimonio no hubiera
sido probable, sino virtualmente cierto. La ley misnaica de los judíos es bien
explícita al respecto: «Un hombre soltero no puede ser maestro».
A juzgar por la crónica del cuarto evangelio, las bodas de Cana fueron una
ceremonia local y modesta, una típica boda de pueblo cuyos protagonistas, el
16
novio y la novia, permanecen en el anonimato. A estas bodas Jesús es
«llamado» específicamente, lo que es quizás un tanto curioso, porque en
realidad aún no ha iniciado su ministerio. Sin embargo, todavía es más curioso
el que su madre esté presente en ellas «por casualidad», por así decirlo. Y se
diría que su presencia se considera como cosa natural. Ciertamente, no se
explica de ninguna manera.
Lo que es más, es María quien ordena a Jesús que llene de nuevo los odres de
vino, en vez de limitarse a sugerírselo. María se comporta como si fuera la
anfitriona: «Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús
le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora» (Juan, 2, 3-
4). Pero María, sin inmutarse lo más mínimo, hace caso omiso de la protesta
de su hijo: «Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere». Y
los sirvientes se apresuran a cumplir las órdenes, como si estuvieran
acostumbrados a recibirlas tanto de María como de Jesús.
A pesar del intento ostensible de desentenderse de ella que hace Jesús, María
impone su voluntad y entonces Jesús lleva a cabo su primer milagro
importante: la transmutación del agua en vino. En lo que se refiere a los
evangelios, hasta ahora no ha demostrado sus poderes; y no hay razón por la
cual María deba suponer siquiera que los posee. Pero aun en el caso de que la
hubiere, ¿por qué unos dones tan singulares y santos se utilizarían con un fin
tan banal? ¿Por qué María le haría tal petición a su hijo? Y lo que es aún más
importante: ¿por qué dos «invitados» a una boda asumirían la responsabilidad
de proporcionar el vino, responsabilidad que, de acuerdo con la costumbre,
correspondía al anfitrión? A no ser, claro está, que las bodas de Cana fueran
las del propio Jesús. En tal caso, en verdad sería Jesús el encargado de
proporcionar más vino.
Inmediatamente después de hacerse el milagro, el «maestresala» —una
especie de mayordomo o maestro de ceremonias— cata el vino recién
producido: «Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de
dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al
esposo, y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han
bebido mucho, entonces el inferior; pero tú has reservado el buen vino hasta
ahora». Estas palabras van claramente dirigidas a Jesús. Sin embargo, según
el evangelio, van dirigidas al «esposo». Una conclusión obvia es que Jesús y el
«esposo» son la misma persona.
La esposa de Jesús
Suponiendo que Jesús estuviera casado, ¿hay en los evangelios algún
indicio sobre la identidad de su esposa?
Diríase que hay dos posibles candidatas, dos mujeres, aparte de su madre,
que se mencionan repetidamente en los evangelios como integrantes del
séquito de Jesús. La primera de ellas es la Magdalena o, para ser más
exactos, María del pueblo de Migdal o Magdala, en Galilea. En los cuatro
evangelios sin excepción el papel de esta mujer es singularmente ambiguo y
parece que haya sido oscurecido de forma premeditada. En las crónicas de
Marcos y Mateo no se la menciona por su nombre hasta muy adelante.
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Cuando aparece por fin es en Judea, en el momento de la crucifixión, y se
cuenta entre los seguidores de Jesús. Sin embargo, en el evangelio de Lucas
aparece en un momento relativamente temprano del ministerio de Jesús,
cuando éste todavía predica en Galilea. Diríase, pues, que ella le acompaña
de Galilea a Judea o, de no ser así, al menos que se mueve entre las dos
provincias con la misma facilidad que él. Esto por sí solo es un buen indicio de
que la mujer estaba casada con alguien. En la Palestina de la época de Jesús
hubiese sido impensable que una mujer soltera viajase sin compañía y
todavía más que viajara sin compañía con un maestro religioso y su séquito.
En todo caso, está claro que la Magdalena, hacia el final del ministerio de
Jesús, se ha transformado en una figura de inmensa importancia. En los
tres evangelios sinópticos su nombre encabeza constantemente las listas de
mujeres que siguieron a Jesús, del mismo modo que Simón Pedro encabeza
las listas de discípulos masculinos. Y, por supuesto, la Magdalena fue la
primera persona que vio el sepulcro vacío después de la crucifixión. Entre
todos sus devotos, fue a la Magdalena a quien eligió Jesús para revelarle su
resurrección antes que a nadie.
La figura de la Magdalena en los Evangelios:
* Marcos y Mateo: seguidora de Jesus
* Lucas: viajaba con el de manera permanente
* Apocrifos: El Evangelio de Felipe es más explícito: «Había tres que
caminaban siempre con el Señor; María su madre y su hermana y
Magdalena, la que era llamada su compañera». Según un erudito, la
palabra «compañera» debe traducirse por «esposa». Y la compañera del
Salvador es María Magdalena. Pero Cristo la amaba más que a todos los
discípulos y solía besarla en la boca a menudo. El resto de los discípulos se
ofendían por ello y expresaban desaprobación. Le decían: «¿Por qué la
amas más que a todos nosotros?». El Señor les contestaba diciendo: «¿Por
qué no os amo a vosotros como a ella?».
Precisamente en los textos gnosticos y más concretamente en el evangelio
de María, Pedro se dirige a la Magdalena del modo siguiente: «Hermana,
sabemos que el Salvador te amaba más que al resto de las mujeres. Dinos
las palabras del Salvador que recuerdes... que tú sabes pero nosotros
no». Más adelante Pedro pregunta con indignación a los demás discípulos:
«¿Habló realmente en privado con una mujer y no abiertamente con
nosotros? ¿Debemos volvernos todos y escucharla a ella? ¿La prefirió a
nosotros?». Y aún más adelante uno de los discípulos contesta a Pedro:
«Seguramente el Salvador la conoce muy bien. Por eso la amaba más que
a nosotros».
Y si seguimos con el evangelio de Felipe en relacion con la estirpe
encontramos la siguiente afirmación: «Está el Hijo del hombre y está el
hijo del Hijo del hombre. El Señor es el Hijo del hombre y el hijo del
Hijo del hombre es aquel que es creado a través del Hijo del
hombre».
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Sea cual sea la categoría de la Magdalena en los evangelios, no es la única
candidata posible al puesto de esposa de Jesús. Hay otra que figura de
manera muy prominente en el cuarto evangelio y a la que cabe identificar
como María de Betania, hermana de Marta y de Lázaro. Es evidente que
esta mujer y su familia gozan de gran familiaridad con Jesús.
Hay razones de peso para pensar que la Magdalena y la mujer que unge a
Jesús son una misma persona. Nos preguntamos si esta persona podía ser
también la misma que María de Betania, hermana de Lázaro y de Marta.
¿Era posible que estas mujeres que, en los evangelios, aparecen en
tres contextos distintos fueran en realidad una misma persona? La
Iglesia medieval ciertamente opinaba que sí, y lo mismo hacía la tradición
popular. Hoy en día muchos eruditos bíblicos son de la misma opinión. Hay
pruebas abundantes que confirman esta conclusión.
Marta, al recibir a Jesús, está sola. Cabría esperar que María, su hermana,
estuviese con ella. Sin embargo, María se encuentra sentada en la casa y no
sale hasta que Jesús se lo ordena explícitamente. Este extremo resulta más
claro en el evangelio «secreto» de Marcos que descubrió el profesor Morton
Smith y que hemos citado en otra parte del presente capítulo. En la crónica
suprimida de Marcos parece que María sí sale de la casa antes de que Jesús
se lo ordene. Y es pronta y airadamente reñida por los discípulos, a quienes
Jesús se ve obligado a silenciar. Sería bastante plausible que María estuviese
sentada en la casa cuando Jesús llega a Betania. De conformidad con la
costumbre judía, estaría «sentada en shiveh», es decir, sentada de luto.
Pero, ¿por qué no sale corriendo a recibir a Jesús como hace Marta? Hay
una explicación obvia. Según los principios de la ley judaica de la
época, a una mujer «sentada en shiveh» le estaba estrictamente
prohibido salir de la casa salvo por orden expresa de su esposo. En
este incidente el comportamiento de Jesús y de María de Betania se ajusta
exactamente al comportamiento tradicional de una pareja de esposos
judíos.
De la misma manera que esas tres mujeres a que hemos aludido serían la
misma, también sucede algo parecido con otras figuras evangélicas como
son la de Juan el Evangelista y Lazaro el amigo de Jesus; en donde
todas las pruebas conducen a pensar que uno y otro serian la misma
persona. Si Lázaro y el «discípulo amado» fueran la misma persona,
tendríamos la explicación del hecho de que desaparecieran conjuntamente
una vez que Cristo fue crucificado.
Si Lázaro ha pasado a la posteridad, ha sido gracias exclusivamente al
cuarto evangelio, es decir, el de Juan. Claramente disfruta de alguna
especie de trato preferente, el cual no se limita al hecho de ser «resucitado de
los muertos». En este sentido y en otros varios, diríase, en todo caso, que
estaba más allegado a Jesús que los propios discípulos. Y, pese a ello,
curiosamente, los evangelios ni siquiera le cuentan entre sus discípulos a
pesar de haber sido amenazado. Según el cuarto evangelio, los sacerdotes
principales, al decidir eliminar a Jesús, decidieron matar también a Lázaro
(Juan, 12, 10).
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El autor del evangelio de Juan —es decir, el evangelio en el que figura la
historia de Lázaro— en ningún punto se identifica a sí mismo como «Juan». De
hecho, no nos dice su nombre en absoluto. Sin embargo, sí se refiere a sí
mismo utilizando un título muy distintivo. Constantemente se llama a sí
mismo «el discípulo amado», «aquel a quien Jesús amaba» y da a entender
claramente que goza de una categoría única y preferente en comparación
con sus camaradas. En la Ultima Cena, por ejemplo, exhibe flagrantemente
su proximidad personal a Jesús y es a él y a nadie más a quien Jesús confía el
medio en virtud del cual se producirá la traición.
Si Lázaro y el «discípulo amado» son una misma persona, entonces
tendríamos la explicación de diversas anomalías. Quedarían explicadas la
misteriosa desaparición de Lázaro de la crónica bíblica y su aparente ausencia
durante la crucifixión. Porque si Lázaro y el «discípulo amado» eran la
misma persona, Lázaro habría estado presente en la crucifixión. Y habría sido
a Lázaro a quien Jesús hubiera confiado el cuidado de su madre.
Según la tradición, así como ciertos autores de la Iglesia primitiva,
Lázaro (el verdadero discipulo amado), la Magdalena, la cual, como afirma
luego la tradición, llevaba consigo el Santo Grial, la «sangre real», Marta, José
de Arimatea y varias personas más fueron transportadas en barco hasta
Marsella. Se supone que en dicho lugar José fue consagrado por san Felipe y
enviado a Inglaterra, donde fundó una iglesia en Glastonbury. Sin embargo,
Lázaro y la Magdalena se quedaron en la Galia.
La tradición afirma que la Magdalena murió en Aix-en-Provence o en
Saint Baume, y Lázaro en Marsella después de fundar el primer obispado
de dicho lugar. Y da la impresión de que las medidas para facilitar su fuga y
exilio las tomó el propio Jesús, junto con el «discípulo amado», al final del
cuarto evangelio.
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:: CONCLUSIONES
1.- A pesar de los esfuerzos de Clemente de Alejandría, Ireneo y otros, estas
crónicas —que fueron declaradas oficialmente «herejías»— continuaron
floreciendo. Sin duda varias de ellas nacieron de alguna clase de conocimiento
de primera mano que conservaban los judíos devotos y los grupos como los
ebionitas, judíos que se habían convertido a una y otra forma de cristianismo.
Otras crónicas se basaban patentemente en leyendas y rumores, en una
amalgama de creencias del momento, como, por ejemplo, las tradiciones
mistéricas egipcia, helenística y mitraica. Fuesen cuales fueren sus fuentes
específicas, sembraron mucha inquietud entre los «partidarios del mensaje»,
la ortodoxia incipiente que trataba de consolidar su posición.
2.- No entendiendo que Jesús resucitó de entre los muertos literalmente,
sino de forma simbólica, no perjudica a la esperanza cristiana de
inmortalidad, ya que antes de llegar el cristianismo, la humanidad creía en
una vida después de la muerte. Quizás ha llegado la hora de que la
mitología cristiana sea entendida simbólicamente. Aun no pudiendo
probar la exactitud de las investigaciones históricas llevadas a cabo,
realmente se trata de hipótesis probables y coherentes. En todo caso, tanto
o más creíbles que lo que nos han enseñado los guardianes de la ortodoxia
oficial de la Iglesia.
3.- Existen pruebas abundantes, basadas en su documentación y en sus
representantes, de que la Prieuré de Sión podría explicar muchas cosas y
además existe la casi total certeza de que posee “algo”, que representaría
una prueba irrefutable de la hipótesis alcanzada. Tal hipótesis indica que
la esposa y el (o los) hijo de Jesús, después de huir de Tierra Santa,
hallaron refugio en Francia, en el seno de una comunidad judía.
Parece ser que durante el siglo V este linaje se alió
matrimonialmente con el de los francos, originando la dinastía
merovingia. Hacia el 496, ésta y la Iglesia hicieron un pacto a
perpetuidad, conociendo la verdadera identidad de la estirpe. Esto
explicaría que se ofreciera a Clodoveo la categoría de Sacro
Emperador Romano.
Con el asesinato de Dagoberto II, la Iglesia traicionó a la estirpe
merovigia. Y a pesar de todos los esfuerzos para erradicarla, la estirpe de
Jesús merovingia, sobrevivió. En parte, por los matrimonios carolingiomerovingios
y sobre todo a través del hijo de Dagoberto, Sigisberto, entre
cuyos descendientes se hallaba Guillen de Gellone y más tarde Godofredo
de Bouillón. Con la conquista de Jerusalén en 1099, por Godofredo, el
linaje de Jesús recuperaría su legítimo patrimonio, conferido en
tiempos del Antiguo Testamento. Surgieron después las leyendas y los
romances sobre el Santo Grial. Éste, en hipótesis, sería cuando menos dos
cosas. Por un lado la estirpe de Jesús, la “Sang Raal”, la sangre real, cuya
custodia fue encomendada a los templarios, orden creada por la Prieuré de
Sión. Al mismo tiempo, el Santo Grial sería, literalmente, el
receptáculo que recibió y contuvo la sangre de Jesús. Sería el
vientre de la Magdalena y, por extensión, ella misma..
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De esto nacería el culto a la Magdalena, ocurrido en la Edad Media, y
que sería confundido con el culto a la Virgen. Se puede demostrar que
muchas de las famosas “vírgenes negras”, de los primeros tiempos del
cristianismo, correspondían, no a la Virgen, sino a la Magdalena, y
mostraban una madre y un hijo. Y las catedrales góticas, eran altares
dedicadas a ella, la esposa, y no a la madre de Jesús.
4.- En el año 70 los romanos saquearon el templo de Jerusalén y se
dice que el tesoro robado fue a parar finalmente a los Pirineos y que
actualmente se halla en manos de la Prieuré de Sión. Tal tesoro, no
consistiría solamente en monedas y joyas, sino que incluiría algún
tipo de documentación sobre Jesús y el linaje de Israel, Incluso
podría tratarse de sus restos mortales.
Como los soldados romanos, lógicamente, tendrían interés por el
botín, pudo ocurrir que alguien escondiera debajo del templo
documentos relacionados con el Mesías, el rey legítimo de Israel y
la familia real. Esto explicaría que, apenas tomada Jerusalén por
Godofredo, los caballeros templarios realizaran en secreto
excavaciones bajo el templo, en los llamados “establos de
Salomón”. Y parece ser que encontraron lo que buscaban y que lo trajeron
a Europa. A ciencia cierta no se sabe lo que ocurrió después, pero parece,
que bajo los auspicios del 4º Gran Maestre de los templarios,
Bertrand de Blanchefort, fue ocultado en las proximidades del
pequeño pueblo de Rennes-le-Château, al sur de Francia, en un
escondrijo construido por mineros alemanes, que llegaron para tal efecto
Sobre lo que se escondió allí, solo existen especulaciones. Podría
ser el cuerpo momificado de Jesús, o algún documento relacionado
con su matrimonio y sus hijos, u otra cosa igualmente importante. A
cualquiera de ellas se les podría aplicar el nombre de Santo Grial.
Asimismo, pudieron pasar a manos de los herejes cátaros y formar
parte del misterioso tesoro de Montségur.
Cuando se estableció el reino de Jerusalén, por la estirpe de Jesús y
merovingia, a través de Godofredo, el rey de Jerusalén podría tener
ascendiente sobre todos los reinos de la cristiandad, e incluso podría
sustituir al papa, desplazando a Roma de la capitalidad. Pero las
circunstancias históricas no permitieron llegar a tal punto. Acosado
continuamente por los musulmanes, el reino de Jerusalén no pudo
consolidar su posición. Y en 1291, con la pérdida de Tierra Santa, se
derrumbó todo. Los merovingios se quedaron sin corona y los templarios se
quedaron sin función.
5.- En los siglos siguientes, en Europa, los merovingios, ayudados o
dirigidos por la Prieuré de Sión, intentaron recuperar su patrimonio.
Así ocurrió cuando la casa de Guisa casi logró apoderarse del trono de
Francia en el siglo XVI. En el XVII, la Fronda estuvo muy cerca de destronar
a Luis XIV y sustituirle por un representante de la casa de Lorena. Pero fue
en el siglo XVIII, cuando la estirpe merovingia estuvo más cerca de lograr
sus objetivos, a través de las alianzas matrimoniales entre los Habsburgo y
la casa de Lorena, que ocupaba el trono de Austria y al convertirse María
22
Antonieta en reina de Francia. Pero la revolución francesa echó todo por
tierra.
Durante estos tiempos turbulentos, la Prieuré perdió bastantes
documentos. Antoine Bigou, sacerdote antecesor de Saunière en
Rennes-le-Château,, en las vísperas de la revolución había
redactado y escondido los pergaminos cifrados, en la iglesia del
pueblo. Tanto Saunière como Marie Denarnaud, su gobernanta,
murieron sin revelar su secreto..
Durante años se han realizado múltiples excavaciones en las
proximidades del pueblo, sin encontrar nada. Podría ser que las cosas
estuvieran escondidas en un lugar inaccesible a los buscadores. Quizás en
una cripta subterránea, debajo de un estanque artificial, situado en lugar
privado. De los pergaminos hallados por Saunière, dos fueron
publicados profusamente, pero otros dos se han mantenido
secretos. Se cree que están guardados en una caja fuerte del banco
Lloyd´s de Londres. El dinero entregado a Saunière lo fue a través de
Henri Boudet, cura de Rennes-les-Bains. Parece que lo obtenía de algún
representante de la Prieuré de Sión, aunque no se sabe si el dinero procedía
directamente de la orden.
También pudo salir de la tesorería de los Habsburgo, o hasta, quizás, del
propio Vaticano, sometido a algún chantaje.
6.- Constatemos ahora algunos hechos curiosos:
· Luis XI consideraba a la Magdalena como fuente del linaje real de
Francia.
· La corona de Carlomagno llevaba la inscripción: “Rex Salomón”.
· Durante la II Guerra Mundial (y no se sabe por qué), la cruz de
Lorena se convirtió en el símbolo de las fuerzas de la Francia Libre,
bajo las órdenes de Charles de Gaulle. Si Lorena nunca fue el corazón
de Francia ¿por qué se equiparaban ambas?. Durante la mayor parte
de su historia, Lorena fue un ducado independiente, parte del antiguo
Sacro Imperio Romano.